El miedo es una arma de doble filo

El poema “El feminismo” por Juan del Jarro presenta el lector con una advertencia sobre la plaga del feminismo en el principio del siglo XX. Para del Jarro, la independencia de las mujeres era no solo una contradicción absurda a la naturaleza femenina, sino también una amenaza al bienestar de los hombres. La ironía de este aviso es que para temer a la mujer feminista, uno tiene que admitir su poder.

Juan del Jarro usa la imaginería de una vida invertida para provocar un miedo de cambio y lo diferente. En su poema él imagina una mujer que “dé sus enaguas al hombre y agarre los pantalones” (19-20). Esto establece un temor en los hombres de la emasculación, específicamente en el intercambio de sus pantalones por las faldas. Sin embargo, es las feministas quienes están causando esta emasculación. Más de un miedo del cambio, es un miedo de la persona que cambie, la mujer feminista. Por eso, del Jarro está inadvertidamente admitiendo el poder de la feminista. 

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Además es interesante porque un argumento muy popular de los misóginos es que las mujeres son incapaces de tener posiciones de poder o autoridad, pero este argumento no aparece en el poema. Juan del Jarro no sugiere que una mujer diputada destrozaría el gobierno, ni que las mujeres periodistas llevarían a la bancarrota los diarios. Solo explica las maneras en que la vida cotidiana de los hombres cambiaría sin las mujeres y la emasculación consecuente.

Juan del Jarro diseña el fin de su obra como una llamada a la acción para los hombres. Aconseja que los hombres deben poner las mujeres en su lugar inmediatamente después de casarlas. Él sugiere que al decir a su esposa, “yo, león para el combate; tú, paloma para el nido,” un recién casado puede dominarla (79-80). Sin embargo, según el resto del poema, parece que la mujer no es una paloma sino una leona enjaulada. 

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