El miedo es una arma de doble filo

El poema “El feminismo” por Juan del Jarro presenta el lector con una advertencia sobre la plaga del feminismo en el principio del siglo XX. Para del Jarro, la independencia de las mujeres era no solo una contradicción absurda a la naturaleza femenina, sino también una amenaza al bienestar de los hombres. La ironía de este aviso es que para temer a la mujer feminista, uno tiene que admitir su poder.

Juan del Jarro usa la imaginería de una vida invertida para provocar un miedo de cambio y lo diferente. En su poema él imagina una mujer que “dé sus enaguas al hombre y agarre los pantalones” (19-20). Esto establece un temor en los hombres de la emasculación, específicamente en el intercambio de sus pantalones por las faldas. Sin embargo, es las feministas quienes están causando esta emasculación. Más de un miedo del cambio, es un miedo de la persona que cambie, la mujer feminista. Por eso, del Jarro está inadvertidamente admitiendo el poder de la feminista. 

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Además es interesante porque un argumento muy popular de los misóginos es que las mujeres son incapaces de tener posiciones de poder o autoridad, pero este argumento no aparece en el poema. Juan del Jarro no sugiere que una mujer diputada destrozaría el gobierno, ni que las mujeres periodistas llevarían a la bancarrota los diarios. Solo explica las maneras en que la vida cotidiana de los hombres cambiaría sin las mujeres y la emasculación consecuente.

Juan del Jarro diseña el fin de su obra como una llamada a la acción para los hombres. Aconseja que los hombres deben poner las mujeres en su lugar inmediatamente después de casarlas. Él sugiere que al decir a su esposa, “yo, león para el combate; tú, paloma para el nido,” un recién casado puede dominarla (79-80). Sin embargo, según el resto del poema, parece que la mujer no es una paloma sino una leona enjaulada. 

La influencia de la raza blanca

En el libro “A Cup of Water Under My Bed” de Daisy Hernández, la autora explica su comprensión de “la jerarquía de doler” en su carrera profesional con los New York Times. Ella quiere escribir un artículo sobre los problemas de los Colombianos, pero su jefe, señor Flaco, le pregunta a ella ¿por qué Colombia cuando hay personas en otros países que están sufriendo más?, “There is a hierarchy of pain, and it is no longer confined to the pages of my college textbooks about political theory. It is here in Mr. Flaco. Pain in and of itself is not enough. It matters how many are dead, how many are wounded, over what period of time, how much public outrage there is in the West. The pain has to be significant in relationship to those in power” (Hernández 154). En la mente de ella, doler es doler, y estos hechos deben tener importancia a todo el mundo. Pero en este momento con señor Flaco, ella se da cuento que esta jerarquía de doler es la manera en que las personas blancas con poder controlan lo que es importante al resto del mundo. Ella se da cuento que su trabajo con los New York Times no es lo que quiere porque no puede escribir sobre los problemas que son importantes a ella y ser activista porque ella está restringida de esta jerarquía y el control de las personas blancas y poderosas.

Esta comprensión de la jerarquía blanca está representante de la mayoría de las experiencias en la vida de Hernández. En su niñez, ella sentía que ella necesitaba ser “más blanca” y hablar menos español para tener más exitoso en la sociedad. Todos los aspectos de su vida, incluyendo ahora con su carrera profesional, están dependiente de como les relacionan a las personas blancas.

 

La jerarquía de doler y lo que ella tiene el poder de escribir sobre con los New York Times es similar de los medios de comunicación hoy en día. Todos los periódicos y canales de noticias reportan la misma información. Los políticos y otras personas que tienen influencia deciden lo que es importante y determinan la manera en que el público piensa y cree.


Hernandez, Daisy. A Cup of Water under My Bed: A Memoir. Boston: Beacon, 2014. Print.

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